La Última Resurreccíón
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La Última Resurreccíón
La Última Resurrección.
Un brazo asomará entre las tinieblas. Se alzará en el aire, sostenido por unos cuantos tendones semipodridos, y clamará venganza.
Es la última guerra.
Los humanos pedirán clemencia, de rodillas, y lo único que conseguirán será servir de alimento a unos seres que antaño fueron personas.
Será la vuelta de aquellos que fueron olvidados. De aquellos a los que se colocó una tonelada de tierra encima. De aquellos que, como tantos otros, fueron menospreciados.
Llegará la hora. Los relojes se pararán... Ellos escarbarán con la felicidad propia de una calavera, el fino muro que los separa de la vida.
Obtendrán el nuevo poder. Oscuridad. Dominación. De nuevo el planeta caerá en sus manos. No hay armas capaces de devolverlos al más allá, pues a sus espaldas cargan el peso de la muerte. Ella los acompaña. No... Ella los lidera.
Bajo sus pies, trozos de carne sin ilusiones, sin sueños... Sembrarán destrucción, el asfalto se quema bajo sus pieles, se derrite, consigo se lleva la civilización.
Lloverá sangre. El próximo Sol estará muerto. Y con su luz mortecina iluminará el yermo que dejaron Ellos. Y nadie más.
Ya arrasaron... Mataron, degollaron, comieron, despellejaron, contemplaron a sus víctimas.
Ojos sin emociones... Cuencas vacías. Algún día volverán. Todo estará preparado. Los humanos volverán a florecer como lo hacen los almendros. Y de nuevo, destrucción.
Los hay que se salvan. Es necesario, pues si no, el ciclo de la vida cesaría. De entre las tumbas no volvería a aparecer un cadáver hambriento. Pues todo sería un eterno desierto.
Algún día.
No se nos hechará de menos; nosotros sucumbimos a lo que nosotros mismos creamos.
Y será así, por toda la eternidad... cuando llegue el momento. Por ahora, sólo tenemos lo que se nos da.
De nuevo: Nosotros lo creamos, lo protegeremos y lo destrozaremos. El Planeta. Ella lo custodia. La muerte, que nos da la vida, porque algún día, un brazo asomará entre las tinieblas y se alzará en el aire sostenido por unos cuantos tedones, semipodridos.
Clamará venganza, y vendrá a cumplirla.
Un brazo asomará entre las tinieblas. Se alzará en el aire, sostenido por unos cuantos tendones semipodridos, y clamará venganza.
Es la última guerra.
Los humanos pedirán clemencia, de rodillas, y lo único que conseguirán será servir de alimento a unos seres que antaño fueron personas.
Será la vuelta de aquellos que fueron olvidados. De aquellos a los que se colocó una tonelada de tierra encima. De aquellos que, como tantos otros, fueron menospreciados.
Llegará la hora. Los relojes se pararán... Ellos escarbarán con la felicidad propia de una calavera, el fino muro que los separa de la vida.
Obtendrán el nuevo poder. Oscuridad. Dominación. De nuevo el planeta caerá en sus manos. No hay armas capaces de devolverlos al más allá, pues a sus espaldas cargan el peso de la muerte. Ella los acompaña. No... Ella los lidera.
Bajo sus pies, trozos de carne sin ilusiones, sin sueños... Sembrarán destrucción, el asfalto se quema bajo sus pieles, se derrite, consigo se lleva la civilización.
Lloverá sangre. El próximo Sol estará muerto. Y con su luz mortecina iluminará el yermo que dejaron Ellos. Y nadie más.
Ya arrasaron... Mataron, degollaron, comieron, despellejaron, contemplaron a sus víctimas.
Ojos sin emociones... Cuencas vacías. Algún día volverán. Todo estará preparado. Los humanos volverán a florecer como lo hacen los almendros. Y de nuevo, destrucción.
Los hay que se salvan. Es necesario, pues si no, el ciclo de la vida cesaría. De entre las tumbas no volvería a aparecer un cadáver hambriento. Pues todo sería un eterno desierto.
Algún día.
No se nos hechará de menos; nosotros sucumbimos a lo que nosotros mismos creamos.
Y será así, por toda la eternidad... cuando llegue el momento. Por ahora, sólo tenemos lo que se nos da.
De nuevo: Nosotros lo creamos, lo protegeremos y lo destrozaremos. El Planeta. Ella lo custodia. La muerte, que nos da la vida, porque algún día, un brazo asomará entre las tinieblas y se alzará en el aire sostenido por unos cuantos tedones, semipodridos.
Clamará venganza, y vendrá a cumplirla.
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